Los problemas de agua con los ríos San Pedro y Polapi

Sol, viento y agua/ La Aguada de Cerro Moreno/ Santos Ossa en Cobija y las primeras resacadoras de agua/ Las Aguadas de Cobija/ Orígenes del agua en Antofagasta/ El primer destilador solar de Charles Wilson/ Enrique Villegas y la conducción del agua dulce/ Las aguadas de la costa de Taltal/ Los problemas de agua con los ríos San Pedro y Polapi/ Los abrómicos/ El agua, una mirada en la historia militar del Norte Grande/ Tocopilla y el agua potable/ El precio de la porfía: la guerra de los tubos/ Una institucionalidad para el manejo del agua.

 Hubo de pasar mucho tiempo para que los pobladores, que ya llegaban a 16.000 habitantes, se retractaran de sus opiniones positivas en torno a las virtudes del agua de cañería ya que la calidad fue paulatinamente desmejorando. El diario El Comercio del 20 de octubre de 1898 se quejaba: “tenemos conocimiento que la mayor parte de la gente que toma aguade la cañería les está haciendo mucho mal, a consecuencia que algunas veces viene mezclada con otra muy mala que el estanque tiene en provisión… denunciamos el hecho quién corresponda…”. Asimismo, en esos años hubo una epidemia de tifus en la ciudad y los médicos declaraban que la causa estaba en el consumo de aguade la cañería de San Pedro. Quien tomó la palabra al respecto fue la Municipalidad de Antofagasta, la que inició una larga polémica con el administrador del F.C.A.B. Como primera medida, la Municipalidad envió muestras de agua al consejo superior de Higiene en Santiago. En la sesión del 3 de septiembre de 1898, se produjo un largo debate entre los regidores (concejales). La lectura del informe sobre la calidad del agua, emitido por el Director del Instituto de Higiene, expresaba que “esta muestra tiene un residual elevado. Además algunas sustancias minerales que contiene como el fierro, la alúmina, la magnesia, el cloruro, existen en el agua en cantidad tan elevada que no puede ser considerada como potable y apta para usos domésticos”. De inmediato los regidores nombran una comisión con el objeto de estudiar las medidas que convendría adoptar, yes definió que la primera y más urgente era solicitar someter el agua a un completo examen bacteriológico. Ocho meses después, la comisión nombrada para el estudio daba el siguiente informe “además del informe del instituto de Higiene, el médico de la ciudad sustenta que el agua se puede calificar como peligrosa e insalubre”. En sus conclusiones solicitaba a la empresa de F.C.A.B. buscar la forma de mejorar el agua, y que la Municipalidad se reservaba el derecho de tomar medidas pertinentes como prohibir su expendio. Requerida la empresa por la Municipalidad para responder sobre qué medidas ha tomado para mejorarle agua potable en la sesión del 27 de octubre de 1898, la empresa envió un oficio entregando sus argumentos. La empresa señaló que existieron muchas dificultades en la colocación del acueducto del Río San Pedro y que tuvieron una demora de cuatro años para llegar a Antofagasta. Luego, detalla sus responsabilidades de acuerdo a la ley que cedió las aguas del río San Pedro a la empresa, especialmente ella entrega de un servicio gratuito a las municipalidades a otras instituciones del estado.

De acuerdo a la empresa, la ley los autorizaba para vender agua en la ciudad, pero no era obligación de la ciudad adquirirla que si la municipalidad asegura que el agua no es potable tiene la obligación de prohibir su uso. Sin embargo, la empresa puede asegurar la calidad del elemento que está entregando y tiene la decisión de mejorarla, para lo cual ha realizado estudios de las aguas del Río Palapa, concluyendo que son excelentes, pero insuficientes por si solas, por lo que se hace necesario mezclarlas con la del río San Pedro para satisfacer las necesidades existentes. Para ejecutar esta obra se hacía necesario extender en 26 kilómetros tacañería. Advierte, eso sí, que esto no disminuirá la presencia de sustancias orgánicas, las que la empresa acusaba de haber sido originadas por una “tribu de aborígenes” que vivían a 30 kilómetros de los estanques. Termina el administrador de la empresa F.C.A.B., don Juan Scherzo, indicando que para traer las aguas del Palapa, era necesaria una nueva inversión con subvención estatal. Se excusó diciendo y aclarando queso había fiebre tifoidea era por el desaseo que existía ellas casas habitadas por los pobladores de la ciudad. En sesión del 16 de diciembre de 1898, el Consejo Municipal recibió una nueva insistencia por parte de la empresa en la necesidad de un aporte del Estado para mejorar la calidad del agua, petición que la Municipalidad decidió apoyar.

A cambio, la empresas comprometía a ejecutar el trabajo en seis meses y a reducir el valor de la tarifa por cada metro cúbico de agua que vendiera al público a $1 en lugar de $1,40centavos. Asimismo, se obligó a entregar gratuitamente el agua que sea necesaria tanto para los cuarteles, naves, y establecimientos subvencionados por el Estado, como para escuelas y casas de beneficencia, siempre que dicho consumo no excediera de 100metros cúbicos por día. En el informe Municipal enviado al Gobierno condese apoyaba la solicitud de una subvención de $100.-para los trabajos, el Alcalde señalaba que el agua que recibía gratuitamente le permitía mantener jardines y plantaciones existentes en las plazas y paseos públicos, “transformando éstos, antes estériles y desiertos de arena, en fértiles oasis de vegetación y verdura que ha cambiado en parte la climatología de esta ciudad, mejorando notablemente la salubridad pública y contribuido sobre todo al entretenimiento y solaz de la sociedad”. Finalmente, el 12 de junio de 1901, el administrador del F.C.A.B. envía una nota invitando a las autoridades de la Municipalidad al acto que se realizaría con motivo de la llegada del agua de Palapa a los estanques establecidos en el río San Pedro. Así se cumplía el deseo de la Municipalidad y se evitaba que el pueblo culpara a la empresa por las enfermedades estomacales existentes.

Por concesiones posteriores, la compañía de F.C.A.B. pudo captar en 1904 las aguas del Palpan, y en 1905el Colana, llegando a producir un total de 7 mil metros cúbicos diarios. A esta fecha, la población continuaba aumentado considerablemente, además en Europa la paz vivía una débil existencia y crecía la demanda por una mayor cantidad de salitre, no para asegurar la vida, sino para aniquilarla mediante la fabricación de dinamita. El aumento constante de la población, e iluso indiscriminado del agua gratuita que favorecía la Municipalidad, Escuelas y Cuarteles, exigió un aumento del volumen del agua potable. Otro hecho indirecto que influiría en el abastecimiento del agua en Antofagasta, fue el pánico que causaron entre las autoridades y en la población las noticias de las grandes epidemias que asolaban el mundo, como en su momento fue el cólera, luego la viruela, y en 1903 la peste bubónica, que avanzaban Argentina a lo largo de los caminos, y se creía que podría cruzar a Chile, justamente por la cordillera de Antofagasta. Para prepararse para combatir estas desgracias se dictaron varias leyes sanitarias para el país y la provincia. Así, por Ley 1.580, del 20 de enero de 1903, se concedieron fondos para combatir la viruela en Antofagasta, y lo mismo se reiteraba en la Ley 1.590, del 26 de febrero de 1903. La preocupación por las condiciones sanitarias de la ciudad se resolvió con la Ley 1.603, del 6 de agosto de 1903, que autorizaba la inversión de un desinfectorio público en Antofagasta en otras ciudades. Luego por Ley 1.612 del 1º de octubre de 1903, el Congreso refrendó el gasto para combatir la peste bubónica, con el pago de un médico el arriendo del vapor Aconcagua, de la Compañía Sud Americana de Vapores, para hacer de hospital ambulante.

El temor por esta epidemia fue tan serio, que en 1903 en Santiago y Concepción se empiézalas obras de alcantarillado y pavimentación, mientras estas obras estaban en marcha en Iquique desde 1900.El peligro para la población de Antofagasta que representaba la venta ambulante de agua sin las mínimas condiciones sanitarias, también preocupa las autoridades de la ciudad cuando se temió que llegara del sur la viruela, enfermedad que arrasaba cola vida de miles de personas en Santiago, en especial entre los que vivían en peores condiciones: sin agua corriente y sin servicios de excretas. Tan graves fueron los efectos de esta epidemia que, tiempo después, el Gobierno informaba que entre 1880 y 1914, 112.448personas habían muerto producto de la viruela. En El Industrial, del 21 de enero de 1904, la Intendencia de Antofagasta anunciaba a los aguateros lo siguiente: “Al gremio aguador: a partir del 1º de febrero queda prohibido la venta de agua si no se hace en medidas selladas”. Tal indicación puso fin al pintoresco servicio callejero en toneles rodantes tirados por burros, quelas italianos en su lengua coreaban por las calles su venta diciendo “¡aqcua! ¡Aqcua!”.

El 12 de abril de 1904, llegó a Antofagasta el doctor Domingo León, bacteriológico enviado por el Gobierno para revisar las condiciones sanitarias de los hospitales de Antofagasta por la posible llegada de la peste bubónica, cuyo lazareto estuvo listo el 19 de junio. Y en 1905, se empezó a construir la red de alcantarillado, aunque la ley que la financiaba para toda la ciudad se dictó en 1918 y fue promovida parel Senador por Antofagasta, Augusto Bruna. La necesidad de un servicio de alcantarillado, junto otras actividades como por ejemplo el lavado de calles, movieron a las autoridades municipales a buscaran medio más económico para palear el alto precio del agua dulce. La solución fue el agua de mar. Así, el año 1908 se comenzó a extender la red de suministro con agua de mar, la cual era instalada junto a la tubería del agua potable. A comienzos del siglo XX ladre de alcantarillado llegó a cubrir una superficie de300 hectáreas. El agua se distribuía en dos estanques para su almacenamiento y a una altura de 75 metros, con capacidad de 2.250 metros cúbicos cada uno. Para llenarlos con agua de mar se usaba una bomba centrifuga. La propiedad y administración de la empresa estaba cargo de los Servicios de Alcantarillado y Agua denar. Esta agua se usaba en el lavado de las cañerías del alcantarillado, incendios, lavado de las calles y servicios higiénicos. Sin embargo, la oxidación acabó con su uso; el tiempo y la sal contenida en el agua terminaron por destruir las cañerías que usaban para conducirla.