El agua, una mirada en la historia militar del Norte Grande

Sol, viento y agua/ La Aguada de Cerro Moreno/ Santos Ossa en Cobija y las primeras resacadoras de agua/ Las Aguadas de Cobija/ Orígenes del agua en Antofagasta/ El primer destilador solar de Charles Wilson/ Enrique Villegas y la conducción del agua dulce/ Las aguadas de la costa de Taltal/ Los problemas de agua con los ríos San Pedro y Polapi/ Los abrómicos/ El agua, una mirada en la historia militar del Norte Grande/ Tocopilla y el agua potable/ El precio de la porfía: la guerra de los tubos/ Una institucionalidad para el manejo del agua.

El agua fue toda una problemática para iniciar faenas y poblar las ciudades en las desérticas tierras de Antofagasta, mayor aún fue el trabajo a realizar para poder tenerla potable, tanto para la comida y la bebida, como para el aseo personal y lavado de ropas. Asimismo, y de forma más radical lo fue con ocasión de la Guerra del Pacífico cuando la ciudad tuvo que crecer en varios miles de hombres, caballos y mulares que exigían, día a día, grandes raciones de agua para poder vivir y entrenarse al comienzo de lo que sería una dolorosa guerra de varios años.

Al inicio de 1879, cuando arriban las primeras tropas, estas se abastecían de agua y comida de los buques de la armada que se mantenían en la rada de Antofagasta, ya que su abastecimiento era muy caro y difícil de obtener. En el parte de distribución de las fuerzas de fecha 18 de febrero de 1879, se puede apreciar que de un total de 284 hombres (sin contarlas tripulaciones de los respectivos navíos): 123 reencontraban en dependencias de la ciudad, 1 en el Cochrane y 38 en el Blanco Encalada, 12 en el Salar del Carmen, 64 en Caracoles y 46 a bordo del O’Higgins. Con la continua llegada de soldados, sin contarlos animales de la caballería y los propios para el transporte de bastimentos, se hacía evidente que las necesidades de agua crecían a pasos agigantados: 1.039soldados para el 01 de marzo, 6.264 soldados llegados al 17 de Mayo y, tan solo 6 días después, 11.825 al 23 de mayo de 1879.Con el paso de los días quedaría de manifiesto quela ciudad de Antofagasta no contaba con la cantidad suficiente de agua, ni con lugares de alojamiento para las tropas cuya misión era mantener la seguridad del territorio reivindicado.

Debido a ello, se ordenó repartir las fuerzas militares llegadas, tanto alrededores de la ciudad, donde ya se encontraban pozos de agua, como a los pueblos cercanos de Mejillones, Tocopilla, Quiligua, Calama, Caracoles, Salinas, Carmen Alto, San Pedro, Chiu-Chiu, e incluso más allá, siguiendo la línea del río Loa y otros, parqueen ellos, a la par de conquistarse por la fuerza y fuego de las armas como fue en Calama, se iba conquistando el vital y necesario elemento, el agua. Ya en junio de ese año, según el informe desde Antofagasta del General Justo Arteaga al Ministro de Guerra y Marina, este le indica que para los movimientos que hace y realizará el ejército, en el caso del agua “se llevará en 50 toneles, que contienen56.000 litros de agua, y en 150 barriles, que contienen9.000 litros, formando un total de 65.000 litros. Hay que considerar además el forraje y agua necesaria para 1.300animales de caballería y para 1.200 animales de carguío…”La falta de agua fue el mayor de los problemas que se acrecentaba por las grandes distancias a recorrerlas vastas y desérticas soledades, y el abrasador calor de estos parajes. En algunas de esas situaciones extremas, fue la fortuna y la naturaleza la que sálvalas situaciones: “En páramos inexplorados, sin agua ni senda conocida, ni conocimiento alguno de la topografía del terreno, viajábamos al rumbo de la brújula como rosmarinos […] Día y medio sin bebida los animales, la fatiga los había rendido y no nos permitían ganar tiempo y espacio ni aún andando de noche; pero acertando un día adrar con cierta localidad favorable para alojarse del candente calor y abrigo del frío de la noche y apenas libres de su carga las bestias, empezaron éstas a manifestar inquietud momentos después una desesperación furiosa por emprender la fuga, como espantadas o enloquecidas […]Fue necesario amarrarlas, maniatarlas con las más seguras precauciones y pasar la noche velando. Los exploradores, gente siempre sedienta, sin duda a causa de la agitación de su pesado oficio, sufrían también el tormento de la sed economizaban por previsión una última gota de agua, conformándose por lo demás con atribuir la vehemente impaciencia de las bestias al olfato de algún puma o cualquier otro motivo, sin darse cuenta de otra cosa como razón más aceptable […] Vino el día, y el horizonte en apariencia pareja y nivelada de la llanura solo nos prometía la esperanza de arribar a las distantes montañas de salvación a donde debíamos a todo trance alcanzar de una sola jornada aquel mismo día antes de una noche más sin agua […] Los animales, con gran sorpresa de los exploradores, parecían, lejos de rendidos por la postración del hambre y de la sed, más bien fogosos, y apenas desatados y dejados en libertad de sus movimientos, con sus cargas o jinetes a cuestas, emprendieron veloz carrereen una dirección determinada, como punto fijo de ellos, familiar y conocido.

Era uno de esos casos extremos de todo viajero, conocidos cuando se acostumbra, sin recelo, entregarse a la sagacidad instintiva de las bestias para salir de dudas […] resultaba haber sido el terreno donde habíamos pernoctado no una superficie continua comparecía, y muy al contrario, lo surcaban hondonadas y zanjones, bordes y quebradas hondas a veces difíciles de pasar, y entre unos repliegues, a la distancia ¡un campo verde!…y un momento después, la voz más acariciadora del desierto…¡agua!…¡agua!…¡adagua!, frenéticamente lanzada por los exploradores llegaba como el eco de suprema felicidad hasta nuestros oídos”.

Llegó a tanto la falta de agua, que en muchos momentos la única que recibían las tropas era la dejugo o líquido de las cazuelas que se les servía como alimento, con el cual llenaban las cantimploras. A comienzos de noviembre de 1879 el ejército chileno, mejor organizado y con los medios necesarios para enfrentar las primeras campañas terrestres, se disponía para iniciar sus acciones con el desembarco de Pis agua. Es a partir de este momento cuando se crea el Cuerpo General de Parques y Bagajes, comandado por un antofagastino, el Teniente Coronel Francisco Bascuñán Álvarez, quién tomará como labor el abastecer día y noche, por tierra y mar, a esta tropa de14.000 combatientes. Un ejemplo de lo complicado que era el abastecimiento de munición, comida y agua para la bebida, se relata en los múltiples informes de la guerra que están contenidos en los archivos de la época:“En cuanto al agua, para la reserva, 44 estanques para conducirla, que teniendo capacidad cada uno para 1.200litros, hacen un total de 52.800 litros, agua suficiente para 26.000 hombres en un día, a razón de dos litros por cada uno. 176 mulas aperadas para rodar los 44estanques, a razón de 4 mulas por estanque. 200 barriles para agua, con capacidad cada uno de 84 litros, hacen un total de 16.000 litros. Estos servirán para el acarreo provisión de los estanques, o para destinar las mulas a otra cosa clase de carga, en servicio general. 100 mulas aparejadas, de carga, para los 200 barriles […] 1ªDivisión, 240 barriles para conducir agua, con capacidad cada uno de 84, son 20.160 para 10.000 hombres, en un día. 120 mulas aparejadas, de carga, para los 240barriles […] 2ª División, 194 barriles para conducir16.926 litros de agua, para 8.000 hombres, en un día. 97mulas aparejadas para los 194 barriles […] 3ª División, 170 barriles para conducir 14.280 litros de agua, para7.000 hombres, en un día. 85 mulas aparejadas para los170 barriles”.

Al final del informe y como una formada dimensionar el total de lo necesario en cuanto aros animales para trasladar el agua, equipaje, bagajes, forraje, munición y alimentos, solo de esta especial unidad de Bagajes, no de aquellas unidades de tropa combatientes, animales que también comían y bebían agua, dice: “Queda demostrado necesitarse 1.223 mulas 50 caballos, que con las 1.475 mulas y 100 caballos del parque general, harán un total de 2,693 mulas y 150caballos para el servicio del ejército en todos sus ramos”. Con el correr de la guerra y las dificultades que ella implicaba, ahora en territorio peruano, el abastecimiento de agua se dificultará aún más. Las correspondencias y partes militares de la época asilo relatan: “Estimado Coronel y amigo: aquí me tened., dando principio a mi segunda jornada. Llegado este punto, recogí personalmente todos los datos que creí necesarios para conocer con la mayor exactitud posible el trayecto que hay de aquí a Cañete (en Perú). Ellos me dejan la convicción de que la empresa era difícil y aun peligrosa por la falta de agua, pues el pozo de Jagüei, que solo dista de aquí unas cinco leguas, no contenía agua para 1.000 personas (siendo que su división eran aproximadamente 10.000 hombres), a pesar de los arreglos que se le habían hecho.

Teniendo esto en cuenta los pocos elementos para la conducción de este artículo tan indispensable, me resolví a hacer practicar un nuevo reconocimiento por un ingeniero, ya para ver si era posible de aumentar de algún modo el agua, ya para estudiar el camino hasta donde fuera posible traficarlo con carretas que pudieran conducir pipas para hacer depósitos entre estos lugares, que son una de las jornadas más largas más peligrosas […] Tengo para mí que esta idea merece estudiarse con detención, pues si ella fuese realizable, cómalo presumo, nos salvaríamos el gran inconveniente de disputar al enemigo ese elemento tan indispensable y que ellos defenderán con tenacidad”.

A tanto llegaría la problemática del agua en esta etapa de la guerra, que cuando se consideraba una larga marcha por pleno desierto peruano para poder llegar a Lima, y luego de que el General Villagrán, sabiendo la dificultad de obtenerla, por escrito manifestará su descontento con la orden recibida por parte del propio General Baquedano, quien le respondió así: “Señor, anoche recibí la nota de Us.,número 212, fecha 10 del presente, en la que US.,acusándome recibo de la que le dirigí con fecha 7,me dice que cumplirá las órdenes contenidas en ella, salvando su responsabilidad por los desastres que puede sufrir su División en una marcha de largas jornadas, sin agua, careciendo de los elementos indispensables para hacerla […] US., comprenderá por eso con cuanto desagrado recibí la noticia de que mis órdenes no habían sido ejecutadas, y cuanta es mi contrariedad al verme obligado a dar cuenta al Supremo Gobierno del mal principio que ha tenido, por una falta que no es mía, la última jornada de esta guerra hecha hasta ahora con tanta felicidad. Debo agregar solamente que no es aceptable la salvedad que US., hace al terminar su nota en resguardo dese responsabilidad. Responsable de las consecuencias de una orden es únicamente el General en Jefe quela imparte, sin que tenga el ejecutor el derecho decalcificarla, puesto que cumple con su deber limitándose obedecerla. Dios guarde a US., Manuel Baquedano”.9Con fecha diciembre 25 de 1880, en San Pedro de Lurín, el General Baquedano separa del mando de la1ª División, al General Villagrán nombrando en su reemplazo al Capitán de Navío Patricio Lynch Solide Zaldívar.