Don Jesús Maldonado, una vida dedicada al agua

Testimonio de un bombero: don Gilberto Velasco/ Juan Cvitanic, hijo ilustre de la ciudad de Antofagasta/ Marcelino Carvajal, Alcalde de Mejillones/ Don Jesús Maldonado, una vida dedicada al agua/ Aurora Williams, al servicio de la ciudad/ Reinaldo Lohse, recuerdos de un trabajador del agua.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

“Desde que nací estuve metido en el tema del agua, más que nada porque toda mi familia estaba involucrada con algún trabajo en las vertientes. Mi padre y mis tíos comenzaron trabajando como celadores, y yo llevo más de cuarenta años como maestro de redes, primero para dos, luego sendos y essan, y hoy Aguas Antofagasta. Yo nací el 28 de mayo de 1947 en Sandón, a 165 kilómetros al interior de Taltal. Éramos solamente nosotros ahí, no vivía nadie más, así que entre todos nos ocupábamos de la mantención de las vertientes. Soy el mayor de doce hermanos, pero sobrevivimos ocho y mi tía atendía los partos allá, porque como dije, éramos los únicos en ese lugar de la cordillera. Mi papá en esos años vivía de la crianza de cabras y ovejas, pero por el año 1952 ó 1953 fue contratado como celador de las vertientes de Pasto Largo, pertenecientes a Ferrocarriles de Taltal.  Acá Ferrocarriles tenía su propia administración de agua a través de una cañería que transportaba el agua para beber. Esta venía de Pasto Largo y del sector de Guanacos, donde hay una minera. El Ferrocarril era de una empresa inglesa con sede en Londres, totalmente independiente del Ferrocarril que existía en Antofagasta. El agua que ellos administraban en Pasto Largo, era de diferente origen a la que recibía Taltal, que venía de Sandón y Sapos. Esta última se obtenía a través de un estanque colector que está a 25 kilómetros más abajo de Sandón, donde se  acumulaban las aguas de vertientes de los dos brazos. La parte de Sandón en el tiempo bueno daba 20 litros por segundo y Sapo, ubicado más al norte, hasta 6 o 7 l/s. El agua acumulada en el estanque colector llegaba a Catalina, y de ahí seguía por cañerías hasta Taltal.  Antes de eso, tengo el recuerdo de haber escuchado que en Taltal mismo había un poco de agua subterránea que era sacada de sus propios piques. Por lo menos en la caleta me acuerdo que había tres pozos que hoy están enterrados, pero que en esos años la gente que tenía recursos los explotaba de forma particular.

Cuando yo llegué a Taltal la dos sólo entregaba agua a un sector reducido, por eso habían pilones en  distintas partes de la ciudad, y la gente en baldes sacaba agua y la acarreaban para sus casas. Ya el año 1964 se comenzó a poner tuberías y se abasteció Taltal. Ese año se empezaron a instalar las matrices de rocalit, que aun hay desde calle República hasta Esmeralda y de O’Higgins a J. A. Moreno.

El agua salada también era ocupada para algunas faenas como, por ejemplo, de redes contra incendios. En  se tiempo funcionaban los cuatro estanques que se llenaban con un pozo de donde se bombeaba agua salada. La bomba  tenía harta fuerza y hacía que se llenara en un rato. Como los estanques y los alcantarillados eran de agua salada y estaban propensos a deteriorarse con más rapidez, tenían un sistema de lavado automático: habían unas máquinas, una especie de bombas especiales que se activaban y lavaban los alcantarillados. Según la historia, aquí bajan unos ríos subterráneos por la quebrada que llegan al mar por una especie de túnel. La han sondeado y nunca la han encontrado. Pero con Agua Verde se comenzó a dejar de lado todas las demás fuentes de agua. Lo mismo sucedió con las aguadas de la cordillera. En Agua Verde había un pozo que correspondía a la Empresa de Ferrocarril que pasaba una cierta cantidad de agua potable a la dos. El agua de la cordillera abastecía a Catalina, Flor de Chile, Chile y Alemania, por lo que a Taltal deben haber llegado unos 12 litros. Hacia 1963 se empieza a explotar, y ya como pertenencia a la dos, el pique 3 y el pique 4 de esa aguada. Con el tiempo se entusiasmaron con Agua Verde y empezaron a buscar pozos y a explotarlo con más énfasis, y dejaron botados los del interior. Estas últimas tenían otro problema: la gente nueva no aguantó vivir en la cordillera. Allí había trabajado un tío mío, y posteriormente se fue mi papá contratado, pero como ellos habían vivido siempre en la cordillera, podían manejar los recursos que   tenían.

Al ir gente nueva comenzó a tener problemas económicos, porque tenían que dejarle cosas a su familia y vivir ellos mismos, y eso hizo que quedara botado. Y todo eso fue quedando en el pasado, se robaron las cañerías, y con el tiempo se perdió todo. Para recuperarlo habría que invertir enormemente. Mi trabajo en Agua Verde fue primero en las excavaciones para instalar tuberías, a través de las cuales se hacía llegar el agua desde los pozos. Había unos motores muy pequeños de marca Mann, pero daban poco abasto para las bombas que había en esa instalación. Si éstos fallaban, acoplaban el generador a través de una correa a la polea del tractor, para poder producir energía. Ese tractor, un Fordson Major muy antiguo era el único medio de movilización que se tenía.

 Ahora Taltal se abastece con el agua que viene de Agua  Verde que tiene cinco pozos que dan más o menos 26 litros por segundo. Se trata de pozos subterráneos, ya no son piques que eran enmaderados y de tres metros cuadrados cada uno. Ahora una máquina mete un tubo perforando con una braga, así como de la minería. Una tubería perforada introduce una bomba a 100 metros, lo que hace las cosas más fáciles.

También obtenemos agua de nuestra planta desaladora, pero es una pequeña parte, alrededor de 5 litros por segundo. Hace 20 años se hablaba de la ósmosis inversa, pero era un proceso demasiado caro en esos años. No  recuerdo exactamente las cifras pero creo que un metro cúbico de agua salía un dólar. Hoy el costo está en la parte eléctrica, pero claramente es más accesible.”